martes, 9 de octubre de 2012


IRWIN ROSE


(1926- ), bioquímico estadounidense que recibió el Premio Nobel de Química del año 2004, por su participación en el descubrimiento de cómo las células marcan ciertas proteínas para su degradación. Este sistema de marcado de proteínas actúa cuando estas son defectuosas o una vez que han cumplido su función. Hoy en día, los científicos saben que este proceso de degradación de proteínas, cuidadosamente regulado, es esencial para la reproducción de las células y otros procesos celulares, y que la alteración de este sistema contribuye al desarrollo de diferentes enfermedades, como algunas formas de cáncer.

Este descubrimiento no habría sido posible sin el trabajo innovador de Rose y sus colegas, los bioquímicos israelíes Avram Hershko y Aaron Ciechanover, galardonados también con el Premio Nobel. Hasta que estos tres científicos iniciaron su investigación a finales de la década de 1970, se habían llevado a cabo muchos trabajos sobre como se ensamblaban las proteínas dentro de la célula, pero no se había otorgado importancia a la ruptura o degradación proteica.

Nacido en Brooklyn, un distrito de Nueva York, Rose creció en el estado de Washington y formó parte de la Armada americana como técnico de radio durante la II Guerra Mundial. Más tarde estudió en la Universidad de Chicago en Illinois, donde obtuvo, en 1952, el doctorado en Bioquímica. Después, ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, donde impartió clases de Bioquímica hasta 1963. Aquel año, se incorporó al equipo de investigadores del Fox Chase Cancer Center de Filadelfia, Pensilvania, donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional. Después de su jubilación en 1955, aceptó un cargo especial de investigación en la Universidad de California, en Irvine, donde es miembro del Departamento de Fisiología y Biofísica.

Como experto en enzimas (proteínas que catalizan los procesos bioquímicos), Rose decidió desenmascarar el misterio que había intrigado a los científicos desde la década de 1950. Las investigaciones previas habían determinado que ciertas formas de degradación de las proteínas, como la fragmentación en el intestino de las proteínas procedentes de los alimentos, no requería consumo de energía. Sin embargo, se desconocía por qué la degradación de las propias proteínas de las células utilizaba las reservas de energía de estas. A finales de la década de 1970, Rose se asoció con Hershko y Ciechanover, del Instituto de Tecnología Technion de Haifa, quienes estaban trabajando en el proceso de degradación proteica. Los dos israelíes compartieron veranos en el laboratorio de Rose, en el Fox Chase Cancer Center. Finalmente, persiguiendo el objeto de sus investigaciones, los tres científicos llegaron a descubrir la clave molecular de la degradación de las proteínas: un péptido llamado ubiquitina, un marcador molecular que se une a las proteínas, marcándolas para ser destruidas. La ubiquitina había sido identificada hacia mediados de la década de 1970 por otros investigadores, si bien su función era desconocida. La ubiquitina se aisló por primera vez en el tejido de ternera y posteriormente se halló en el ser humano y en una gran variedad de organismos (de aquí su nombre, que deriva de una palabra latina que significa ‘en todos sitios’).

Rose y sus dos colaboradores publicaron sus hallazgos en 1980. Desde entonces, se ha profundizado considerablemente en el conocimiento de la degradación proteica mediada por la ubiquitina y en su importancia para la célula. En concreto, Rose contribuyó al conocimiento de cómo ciertas enzimas, en un proceso sustentado por las reservas de energía de trifosfato de adenosina (ATP) de la células, ayudaban en el marcado de proteínas por la ubiquitina. Después, estas proteínas eran transportadas al ‘centro de reciclado’, una estructura llamada proteosoma, donde eran fragmentadas y preparadas para ser reutilizadas por las células. Esta degradación y reutilización de las proteínas es esencial en la reproducción celular, que precisa de una síntesis y degradación rápida de proteínas para continuar el proceso. La alteración del sistema de degradación mediado por la ubiquitina favorece la acumulación de proteínas defectuosas o no deseadas, que pueden finalmente conducir al cáncer, la fibrosis quística y otras enfermedades.
Además de ampliar los conocimientos sobre la función celular, las investigaciones en las que han sido pioneros Rose y sus colegas, han hecho posible el desarrollo de nuevos fármacos, como una sustancia anticancerígena para combatir el mieloma múltiple que interfiere en las funciones del proteosoma. El proceso de la degradación de las proteínas mediado por la ubiquitina, esclarecido por primera vez por Rose y sus colegas, se ha convertido en un área importante de la investigación bioquímica.

Además del Premio Nobel, Rose ha sido distinguido con el ingreso en la Academia Nacional de Ciencias.


Jeimy Benavides  Camila Cano  Paula Pabon  Angie Ramirez

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